DOMINGO, 19 DE MAYO DE 2024
La honestidad hace la diferencia
Las riquezas mal habidas no sirven de nada, pero la justicia libra de la muerte.
(Proverbios 10:2)
Infelizmente, la honestidad es una virtud muy poco practicada en el mundo. La ganancia y el egoísmo sobresalen en las relaciones humanas desde la tierna infancia. Si no nos mantenemos vigilantes, caemos en la tentación de hacer todo lo posible por obtener ventaja, engañar o aprovecharse de alguna situación.
Pero ese tipo de conducta no debe ser una opción para los hijos de Dios. Las ganancias deshonestas no proceden del Señor. Cristo nos llama a hacer la diferencia, siendo sal y luz en una sociedad corrupta, llena de engaños, de trampas y timos. Paga el precio y sé fiel, correcto y honesto.
Recuerda que todo el dinero del mundo no es suficiente para corromper al Juez del Universo. Dios es perfectamente justo y espera una postura semejante de su pueblo. Las riquezas pueden librar a alguien de una pena en un tribunal civil, pero es la rectitud la que librará a los culpados de la justicia eterna (Proverbios 11:4-5).
Marca la diferencia
- Ora y pide a Dios que te ayude a ser más honesto, justo y correcto en todo lo que haces.
- Ser honesto es hacer lo que es correcto cuando se está frente a las personas o estando solo (los ojos de Dios están en todos los lugares – Proverbios 15:3, Hebreos 4:13).
- Sé el mejor ejemplo de honestidad para tu familia y amigos. Enseña en la práctica (tanto a niños como a grandes) el valor de esa virtud:
- no tomes las cosas que no son tuyas;
- cumple tu palabra;
- no asumas deudas si no tienes cómo pagar;
- devuelve lo que tomas prestado;
- di la verdad,
- no te asocies con deshonestos,
- admite cuando cometes una falta y pide perdón, etc.
- La honestidad, la verdad y la rectitud son valores innegociables. No lo pienses 2 veces, ¡haz lo correcto!
Para orar:
Señor mi Dios, vivimos en un mundo muy inclinado al mal. Ayúdame a ser diferente. Perdóname. Que yo me entristezca con mis defectos de carácter y cambie de dirección cuando peque. Que yo no me formatee con el modelo “normal” de la mayoría, sino que sea transformado por tu Palabra. Purifica mis pensamientos y mis acciones. Enséñame a ser más como Jesús, que mantenga sus valores, cueste lo que cueste. En el nombre de Jesús, amén.