Por: Luis Manuel Ferreras
Santo Domingo. El 24 de octubre de 1985, quien suscribe, se encontraba en el umbral de los 10 años de edad. A pesar de la corta edad, ya había aprendido a leer y tenía una fascinación por la prensa vespertina, sobre todo el desaparecido diario Última Hora, porque este traía en su interior, un suplemento de farándula, llamado La Tarde Alegre, además, los lunes resaltaba los resultados de la Lucha Libre de Jack Veneno y los viernes, la cartelera de este espectáculo deportivo y ni se diga en tiempos de pelota, las caricaturas y noticias del pasatiempo nacional.
Un vecino de mi sector, acostumbraba a enviarme a adquirir cada tarde, un ejemplar del también desaparecido vespertino La Noticia, que era su preferido, lo que yo aprovechaba para decirle al señor del puesto de periódicos en el parque Las Palmas de Los Mina, que como era un asiduo comprador, me permitiera también ojear mi periódico favorito, el cual cito más arriba.
Ocurrió que en la fecha ya mencionada, hubo un suceso que había llenado de rabia e impotencia a la sociedad dominicana, el asesinato del popular merenguero Tony Seval, quien se encontraba, a la sazón, en un buen momento de su carrera, con un tema a ritmo de merengue controlando la radio nacional. Dicho merengue, El Muerto, en sus letras narraba lo que muchos entendieron presagiaba la suerte que iba a correr el artista.
En mi camino hacia el parque noté que a los canillitas, vendedores ambulantes de periódicos, la gente los detenía y casi los obligaban a venderles el ejemplar que estos tuvieran. Llegue donde siempre adquiría mi unidad y le estaban haciendo filas, pero el señor del puesto me dijo: “Solo queda uno, pero es El Nacional, te lo guardé porque tú siempre vienes”.
Aún así, yo no comprendía el alboroto y le dije que me permitiera volver donde la persona que me enviaba, para preguntarle, si quería un ejemplar de un diario que no acostumbraba a leer.
Cuando retorné donde mi vecino, le dije: “Hay mucha gente y solo queda un Nacional”. Este me reclamó: “¿Por qué no lo trajiste?” “Ve a ver si todavía está disponible”. Me recomendó en tono desanimado. Al volver, tuve la suerte de que me lo habían guardado y luego de ojearlo y enterarme más detalladamente del infausto acontecimiento, regresé donde el dueño del ejemplar y se lo entregué.
En las próximas horas, al oscurecer, las calles se llenaron de velas y la radio y la televisión solo difundían noticias de la muerte del Gitano, la cual se había producido en un destacamento policial.
Durante semanas, este era el único de tema de conversación en las calles, y todos exigían una respuesta de por qué Cuqui, había perdido la vida de la manera tan vil que contaban las cuartillas de la prensa escrita y los segmentos de los programas radiales y televisivos. Hoy en 2024, a 39 años del lamentable suceso, no ha sido aclarada la muerte de Tony Seval, y todavía, miles de seguidores de su música lo siguen recordando cada 24 de octubre.