Por Dario Caminero Sánchez
Es difícil iniciar una reflexión con la conclusión, pero necesaria, por lo que debemos concluir que según los resultados del recién finalizado proceso electoral presidencial y congresual, es que Danilo Medina, Leonel Fernández y Miguel Vargas Maldonado, deben retirarse y dejar pasar el relevo generacional.
Este proceso demostró que lejos de las pasiones y las propagandas, deben respetarse las firmas encuestadoras de renombre, que reafirmaron su credibilidad y que nunca se prestan para poner el nombre y el prestigio de sus empresas en juego, especialmente, las internacionales. Y claro, anotar en el libro de la historia, aquellas que se prestaron para que la oposición vendiera la idea a sus seguidores de una posible segunda vuelta, que ni ellos mismos creían…sólo creyendo que influyen en la percepción de los votantes. ¿Alguien sabe dónde está Dick Morris?
Los votantes fluctuantes no ejercieron el sufragio, por lo que las cifras que daban al presidente Abinader por encima del 60 por ciento se alejó por ese voto que está entre el 46.13 por ciento de la abstención que hasta ahora se refleja en el último boletín de la Junta Central Electoral, en el cual el 53.93 por ciento emitió su voto del total de 8,145,548 inscritos en el Padrón Electoral, con un total de 4,387,958 votos emitidos, donde el PRM hasta ahora tiene 2,478,476 para un 57.45%., la Fuerza del Pueblo 1,246,156 para un 28.85% y el PLD 448,661 para un 10.38%, faltando a penas 186 mesas por computar.
En el caso de Guillermo Moreno, las proyecciones cayeron porque el mismo voto fiel del PRM se viró hacia Omar Fernández, en especial de la Juventud, que se dejaron influenciar por la propaganda de la moda, de victimización y de las redes sociales. Lo lamentable, que a 20 años de experiencias de figuras que por hablar bonito y tener palabras que como flauta encantan, sigamos alimentando liderazgo por herencia y no por demostrar un trabajo social, político robusto y que vienen de familias que, sin ser empresarios de tradición, ni ricos por heredad, no tienen manera de demostrar ser acaudalado, sino que sus recursos vienen por haber pasado por las arcas del estado, en un cargo público, por decreto o por elección. Pero al parecer no hemos aprendido de los golpes de la corrupción que han azotado a la República Dominicana, incluyendo los padres de los mismos hijos que hoy se enrolan en el sistema político.
Igualmente, querer posicionar un político como es el caso de Roque Espaillat, desfasado en el tiempo, creyendo que la política de improperios, de barricada y de acidez pueden calar en la política dominicana, cuando se puede hacer oposición sin tanto show mediático y demostrando con pruebas fehacientes las denuncias y dentro del marco del respeto, en una democracia como la nuestra en la que hemos avanzado.
Se demostró también, que la teoría de los partidos de oposición de que, en las elecciones municipales, del pasado mes de febrero, la abstención fue el voto de castigo al gobierno y que por lo tanto la derrota de Abinader en estas del 19 de mayo sería inminente, fue un placebo para aminorar el dolor de la derrota ante sus seguidores.
Otra cosa que debemos aprender, a dejar las pasiones, creyendo en noticias con algarabías, como fue el caso de los supuestos sondeos realizados en Nueva York, soñando que eso sería el reflejo en la contienda nacional. Asimismo, se demostró que ahora con las redes sociales, las campañas sucias son desmantelada y desmentida al segundo y se convierten en boomerang, sino saquen las cuentas de los resultados finales.
En perspectivas, el presidente Luis Abinader, recién reelecto, debe tener más cuidado en esta nueva gestión que en su primer cuatrienio, porque por la permanencia en los cargos públicos puede que se descuiden las formas, y en las normas de otras gestiones, se ha demostrado que la corrupción saca más sus tentáculos en las experiencias. Seguir con los controles para una gestión transparente y sin mácula es la garantía para que el PRM continúe en el poder, además de lograr mantener la unidad de ese partido, por encima de las aspiraciones de sus dirigentes que empiezan a sonar.